martes, 1 de septiembre de 2009

De chica;
Siempre me hubiera gustado tener un pingüino.
Me gustaban los perros, correr, saltar y sentir la libertad, la verdadera libertad.
Sentir que no tenés cosas fuera de término más que un par de estupideces escolares y/o familiares que no son de un grado intelectual muy alto, pese a la edad.
¿Obligaciones¿ ¿Deberes? ¿Obviedades? ¿Peleas con grados elevados de suma importancia?
Nada de eso, nada de eso me encara.
No me preocupaba otra cosa que mirar la t.v (dibujos, obvio) y estar en mi casa para descansar o en la escuela para jugar.

Antes;
Era la diferencia suprema, moralmente, socialmente, etc.
Escurridiza, rápida, de enamoramiento fácil pero muy complejo.

Hoy;
En día das vuelta la tortilla. Ya no disfrutás de correr, de saltar, de la libertad, no querés tener más un pingüino, preferís una gata. El repudio de la televisión me acelera. Las grandes mentiras y las extremas verdades me manejan. Escupo todas las injusticias habidas y por haber, y aún sigo con la vena que no para de latir.
Quiero dejar de buscar más. Quiero dejar de escuchar por un tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario