jueves, 6 de agosto de 2009

Me puedo acordar fácilmente como tus pelos se deslizaban entre mis dedos.
El rosar tímidamente de mi mejilla contra la tuya, recibiendo la respuesta más helada o más blanda que uno puede recibir.
La forma de caminar. El estilo único. El amanecer más brillante. Las aventuras del invierno. El deseo del egoísmo. La brillantéz de creer... Creer tener todo en mis manos.
Y aunque el tiempo haya pasado y los años solamente se hayan sumado, acá adentro encontrás la misma alegría de aquella nena que era.

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